miércoles, 17 de abril de 2013

¿Para qué tener conocimiento?

"Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan." - Juan 21:9

Los conocedores de la mente humana han definido el conocimiento como el conjunto de información almacenada mediante la experiencia o aprendizaje (a posteriori) o a través de la instrospección o la autoreflexión (a priori). Es decir, el conocimiento se nutre de dos vertientes, por un lado, la experiencia y por el otro, la reflexión personal. Con mucha verdad, un político puertorriqueño decía: "La razón no grita, la razón convence". Podríamos, haciendo uso del juego de palabras decir: "El que tiene conocimiento no grita, el que tiene conocimiento convence."

Algo parecido sucedía y exigía Jesús, ya resucitado, a sus discípulos. La escena del texto que estamos considerando es el Mar de Tiberías, otro nombre para referirse al Mar de Galilea. Por lo tanto, Jesús se reencuentra con sus discípulos por tercera ocasión (v.14) en el mismo lugar donde inició su ministerio público y donde reclutó a sus discípulos. En el Evangelio según Mateo 4:19 nos relata el primer mandato que Jesús le da a aquellos discípulos: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres." Además, el Mar de Galilea era muy conocido por el milagro que Jesús hizo allí al alimentar a 5,000 hombres, sin contar mujeres y niños, con los panes y los peces. Esto es lo que nos sirve de trasfondo y contexto para adentrarnos en el texto de Juan 21:1-14.

Claramente, este texto nos deja ver que los discípulos todavía no han comprendido que Jesús ha resucitado y que espera por la respuesta de ellos a la resurrección. Sin que nos parezca extraño, la respuesta de los discípulos fue la esperada, se fueron a la rutina, a la pesca. Para la sorpresa de este grupo de expertos en esa disciplina, no pescaron nada. No es hasta que Jesús les sale al encuentro y ellos confían en él sin reconocerle que tienen una pesca milagrosa. Luego, de esta experiencia los discípulos reaccionan de diversas maneras: el discípulo amado dice: "Es el Señor", Pedro se ciñe su ropa y se lanza al agua, y el resto de los discípulos conducen la barca y la red a la orilla. Ninguna de las respuesta satisfizo a Jesús, por eso, a la orilla le esperaban unas brasas con un pescado y pan. Es esta escena, la que nos ayuda a tener el conocimiento necesario y comprender la enseñanza de Jesús. Simplemente, confíen en el mandato que les dí cuando los reclute: "ser pescadores de hombres" y descansen en que les acompañaré y haré provisión. El Señor nos permita vivir en entera confianza en Él. Que así sea. Amén.