Pseudónimo común

Texto bíblico: Juan 1: 35-42

¿Te han cambiado el nombre alguna vez? ¿Tienes un apodo con el que eres conocido en distintos lugares? Pienso que la mayoría de nosotros, sea cual sea nuestro entorno, somos recordados con un apodo o pseudónimo. El ser conocidos con un pseudónimo nos permite reconocer cuando los que nos conocen nos llaman. Por otro lado, nos lleva a afirmar que esas personas nos conocen verdaderamente. Finalmente, nos motiva a compartir con otros la historia del por qué se refieren a nosotros así.

El texto que tenemos en consideración hoy, nos lleva a mirar la predica de Juan, no desde el protagonismo de un líder en su momento, sino desde aquel que verdaderamente está "preparando el camino del Señor". Juan el Bautista, el mismo que la semana pasada señalamos que fue el que bautizó a Jesús, sin quererlo, está preparando a los primeros seguidores del Maestro indicándoles que "era el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Es decir, Juan en su función evangelística y profética, sale del protagonismo usual de un maestro, para que las miradas estuvieran puestas en Jesús, el hijo de Dios. 

Tal magnitud tendrían esas enseñanzas que Jesús en su primer encuentro con Simón, le transforma o regenera su vida espiritualmente. Ya no sería más conocido como Simón, sino que ahora sería conocido por Cefas o Pedro (v.42). Sin embargo, para que ocurra el cambio de rumbo en Simón, Jesús le afirma varios aspectos de su vida. (1) Comienza diciéndole ''tú eres Simón'', en otras palabras, sé quien eres por lo que te acepto tal y como estas. (2) Continua el versículo ''hijo de Jonás'', es decir, conozco tu lugar de procedencia. (3) Finaliza afirmándole ''tu serás llamado Cefas'', por lo que, Jesús le comparte cuál es su expectativa futura, de ahora en adelante la vida de Simón no tendría el mismo rumbo, sino que sería una afirmación de la Roca de la Eternidad.

En conclusión, Simón recibe un cambio de nombre sin tener poder decisional en la acción de Jesús. Por lo tanto, esta porción nos lleva a ponernos en el lugar del ahora Pedro o Cefas y afirmar que al confiar en Jesús, nuestro Dios Soberano tiene ingerencia en cada área de nuestra vida. Pero lo grandioso de esta verdad, es que Él nos conoce bien y nos acepta como somos, pecadores e imperfectos. Sabe que nos ha sacado de las tinieblas y nos traslada al reino de su luz. Por último, cambia nuestros nombre como lo hizo con Simón, para que entendamos que nuestras vidas las cambia, para que tengan propósito. En el caso de Pedro, para que fuera un pregonero del Evangelio, ¿nuestros nombres habrán sido cambiados en Cristo con el mismo fin? Pienso que tenemos un pseudónimo común.