Usted se
atrevería decirle a la persona que está a su lado: "Dios quiere que
utilices tus dones y talentos para Él". Por otro lado, le dirías también:
"Dios anhela que tu don y talento dejen un sabor dulce en el paladar de
otro". Estas dos maneras de afirmarnos unos a otros fueron parte del
sermón del pasado domingo. De hecho, en el texto bíblico que leímos, el apóstol
Pablo hace unas salvedades sobre las implicaciones que tiene el uso de nuestros
dones y talentos en nombre de Aquel que nos los otorgó. Veamos...
1.
Nadie puede
reclamar la exclusividad en la manifestación de los dones que concede Dios por
medio de su Espíritu.
2.
La manifestación
de la diversidad de nuestros dones y talentos es producto del operar soberano
de Dios.
3.
Todo don y
talento puesto en acción debe ser para provecho del reino de Dios.
Pidámosle a Dios
que nos ayude a poner en marcha nuestros dones y talentos todos los días y en
su nombre. Pidámosle que sean de provecho en todo aquel que nos rodea para que,
a causa de ellos, lleguen al conocimiento de Cristo. ¡Qué así nos ayude Dios!