El que da fruto

"Además, el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no dé buen fruto se corta y se echa al fuego. La gente le preguntaba diciendo: 'Entonces, ¿qué haremos?"
Evangelio según Lucas 3:9-10

Brevemente comparto con ustedes unas experiencias que tuve hace algún tiempo. Una vez me encontraba en una iglesia, la frecuentaba los domingos, y observaba como un grupo de personas subía los bancos del templo hacia el mezzani de la iglesia. Me detuve a preguntarle al pastor: "¿qué hacen?". El pastor me responde: "Es que, como sabes, el servicio de adoración de la iglesia se graba todos los domingos para el programa de televisión. Por eso, la persona que realiza la grabación nos sugirió que subiéramos algunos bancos para que cuando la gente llegue a la iglesia se vea más llena." Atónito, me quede en silencio y seguí mi camino. Luego, en otra experiencia en los Estados Unidos, en la que me encontraba tomando unos cursos, visité junto con otra persona una iglesia. Para mi sorpresa, cuando llegué allí encontré varios bancos de la iglesia amarrados con soga, para que la gente no se sentara en ellos y se ubicara en los asientos que estaban más adelante. Ambas historia muy tristes.

Así como me sucedió en estas iglesias, sucede con nuestras vidas. Se nos hace difícil seguir intentando hacer algo, cuando lo hemos intentado "casi todo". Una vez se encontraba un joven pastor hablando con otro ya acogido a su jubilación. En el diálogo salió el tema de la iglesia en la que el joven pastor recien estaba iniciando labores. El pastor jubiliado, ante las ideas presentadas para continuar animando a la iglesia a trabajar, le da una palmada en la espalda al joven pastor y le dice: "allí, ya lo han intentado todo." Lo grandioso de todo esto es que ante las actitudes desesperanzadoras y pesimistas, Dios en su Palabra, nos apela con la pregunta realizada a Juan el Bautista en tres ocasiones: ¿qué haremos?

Este tiempo de Adviento y Navidad nos lleva a meditar sobre el fruto con el cual le correspondemos a Dios y con el cual extendemos la mano hacia nuestro prójimo. Permítanos el Señor tener la creatividad, las fuerzas y el deseo de ofrecer frutos que le honren y exhalta. Que así nos ayude. Amén.