La grandeza de Dios

"Enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a decirles: 'Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros'."
Lucas 4:20-21

Durante este mes de enero hemos estado meditando en el tema de la grandeza de Dios. Aunque tenemos que concluir que el mismo es inagotable en sus vertientes de reflexión, podemos decir que el texto que estamos considerando nos brinda unos destellos de esa grandeza. 

Jesús, como hemos visto en el calendario litúrgico, ha dado inicio a su ministerio público en Galilea. En esta ocasión, continua su caminar en su pueblo Nazaret. Es decir, comienza a ejercer su misión en un lugar donde la gente y él se conocen. Además, de la relación que existía entre ambas partes, era de todos conocido que esta región era considerada como una de "segunda clase". Por consiguiente, la grandeza de Dios está resaltada aquí en que decidió iniciar su ministerio en medio de relaciones conocidas y sabiendo que a los que les serviría no eran marginados o no considerados en igualdad frente a los judíos de Judea.

Por otro lado, la grandeza de Dios se manifiesta en el mensaje contenido en su Palabra. Él, Jesús, es la Palabra (v. 21). Según el testimonio de esta porción escritural, Jesús estando en la sinagoga, "halló el lugar donde está escrito: 'El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del  Señor." (v. 17b-19) En estas palabras se resume lo que sería el ministerio público de Jesús, con el fin último de disfrutar del año agradable del Señor. Permítanos el Señor poder vivir sabiendo que la grandeza de Él está en que desea relacionarse con nosotros, nos ha tomado desde el lugar en el que estabamos (tinieblas) para trasladarnos a Él (luz) y, finalmente, la verdad y sus enseñanzas nos las ha querido revelar por medio de su Palabra. Amén.