"En Jesucristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo. Jesucristo es Dios con el ser humano. Él es el Hijo eterno del Padre, quien se hizo hombre y vivió entre nosotros para cumplir con la obra de la reconciliación. Él está presente en la iglesia por el poder del Espíritu Santo, para continuar y completar su misión. Esta obra de Dios, el Padre, Hijo y Espíritu Santo, es el fundamento de todas las declaraciones confesionales acerca de Dios, el ser humano y el mundo. Por lo tanto, la iglesia llama a los seres humanos a reconciliarse con Dios y unos con otros."
La Confesión de 1967, 9.07