Confesando nuestra fe histórica

El Señor Jesús tomó voluntariamente posesión de este oficio y para que lo cumpliera a perfección, Él fue sometido a la ley, la cual cumplió a perfección. Por ello, soportó los tormentos más crueles en su alma y los sufrimientos más intensos en su cuerpo; fue crucificado, y murió, y fue sepultado permaneciendo bajo el poder de la muerte, aunque sin ver cuerpo en que sufrió y con el cual también subió al cielo. Allí está sentado a la derecha del Padre, intercediendo por nosotros, de allí regresará al fin del mundo a juzgar a los seres humanos y a los ángeles.
Confesión de fe de Westminster 6.046