"La fe cristiana no es una opción o convicción humana, sino una confianza sumamente firme y un asentimiento claro e inquebrantable de la mente, seguido de una percepción ciertísima de la verdad de Dios presentada en las Escrituras y en el Credo de los Apóstoles, y, de esta manera, del mismo Dios, el mayor de los bienes, y especialmente de la promesa de Dios y de Cristo quien es el cumplimiento de todas las promesas.
Pero esta fe es puramente un don de Dios que, solamente Dios por su gracia imparte a sus elegidos de acuerdo con su medida, cuando quiere, a quienes quiere y en el grado que Él quiere. Y esto lo efectúa por medio del Espíritu Santo y por medio de la predicación del Evangelio y la oración contante."
La Segunda Confesión Helvética 5.112-.113