¿Qué estamos contando?

“Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.” Lucas 8:38- 39

La forma y manera en la que estamos viviendo como sociedad ha trastocado el lenguaje con el cual nos desenvolvemos individual, familiar, social y culturalmente. De hecho, dicen que nosotros los latinos somos de sangre caliente, máxime si son temas deportivos o políticos. Dicho sea de paso, estos temas junto con los altos niveles de violencia en los que vivimos acaparan la discusión diaria en nuestro país. La pregunta es, ¿de qué estamos hablando nosotros diariamente?

El texto que estamos considerando hoy (Lc. 8:26-39), intenta llevarnos a contestar esa pregunta, de una manera retante y confrontativa. Se relata aquí la historia de la interacción de Jesús con un gadareno. Como en otras tantas ocasiones hemos estudiado, Jesús no tiene problemas en mezclarse con la gente. Sin embargo, este relato es uno particular, ya que ha decido llegar a una ciudad pagana (Gadara - perteneciente a una de las diez ciudades griegas al nordeste de Galilea). Allí un hombre se le acerca y su vida cambia. Aquella persona se llamaba Legión. Su nombre podría ser interpretado, al menos, de dos maneras. En primer lugar, Legión, realmente era su nombre a raíz de la cantidad innumerable de demonios que tenía y por los cuales la sociedad le identificaba y rechazaba. Por otro lado, Legión se podía referir a que este fuera un hombre que había pertenecido al ejército romano y a raíz de las guerras, quedó marcado y traumatizado. Ambas, posibles interpretaciones le imposibilitaban poder reintegrarse a la vida social activa y “normal” con libertad.

Sin embargo, aquel hombre llega a los pies de Jesús y queda liberado para siempre. Lo interesante es la forma y manera en la que es liberado y para qué. Cuando se acerca a Jesús, no hay palabras que median entre uno y el otro, nadie lo señala nadie lo juzga. Esto de por si inquieta a los demonios para afirmar que Jesús es el “Hijo del Dios Altísimo”. Luego, de esta afirmación negocian con él su estancia. Así sometidos al poder de Dios, en Jesús, son enviados a los cerdos, es decir, a un animal considerado impuro. Al quedar liberado y la gente ver lo acontecido, querían sacar a Jesús de la ciudad, entonces, él se montó en su barca. La gente vio el cambio en el gadareno, lo cual no podían creer, y mientras que el gadareno quería seguir al lado de Jesús. A esta petición, Jesús no accede y le dice lo siguiente, (palabras que pueden ser para nosotros hoy): “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo.”

Amados hermanos, estamos llamados a contar a otros las grandes cosas que Dios ha hecho con nosotros. La pregunta es, ¿qué estamos contando? Así nos ayude el Señor. Amén.