viernes, 15 de noviembre de 2013

El Dios de la vida

Lectura bíblica: Lucas 20:27-38

La cantautora chilena, Violeta Parra, compuso la canción folclórica "Gracias a la vida". Cuando analizaba la letra de esa composición, encontré que Violeta simplemente hizo una reflexión acerca de las fluctuaciones que experimentamos en la vida. Los momentos de alegría y tristeza, la salud y la enfermedad, entre otras cosas; y aún así, para la compositora había razones para darle "Gracias a la vida".

Al acercarme al texto de hoy, saltó a mi mente la siguiente pregunta, ¿por qué hablar de la vida, si el texto nos lleva a afirmar la realidad de la muerte? Pareciera ser, que como nos ocurre a muchos, no existe un deseo genuino de poder afirmar la muerte con la vida o la vida con la muerte. Sin embargo, desde nuestra tradición bíblico-reformada, son dos temas que van tomados de la mano. Según, el relato Jesús tiene un encuentro con los saduceos. Estos hombres eran los encargados de velar por las prácticas religiosas que se llevaban a cabo en el templo, lo que les diferenciaba, entre otras cosas, de los fariseos era  que no creían en la resurrección después de la muerte. Por esta razón tenemos que interpretar que toda la conversación que tienen que Jesús se realiza en tono de hipocresía. 

Por ello, utilizan el ejemplo, conocido en la sociedad judía, de la mujer viuda que se junta con los otros seis hermanos de su primer esposo y no tienen hijos de ninguno de los siete. La pregunta que le hacen los saduceos a Jesús está relacionado a cual de aquellos hombres sería su esposo en la eternidad. El dato curioso en el diálogo es que los saduceos "intentaron justificar" sus palabras citando a Moisés. Jesús, aprovechando la ocasión, utiliza la herramienta de la retórica para contestarle a los saduceos y afirmando en palabras de Moisés la realidad de la resurrección y la vida eterna, cuando le hace referencia al decirles que el que había estado presente en la zarza ardiendo había sido el "Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob". La verdad detrás de las palabras de Jesús reside en que tanto Abraham, Isaac, Jacob y Moisés ya habían muerte; sin embargo, Dios permanecía siendo Dios, "porque Dios no es Dios de muertos, Dios es un Dios de los vivos" (v.38).

En conclusión, si afirmamos al Dios de la vida, no hay temor al por venir porque hemos descansado en lo que él hizo por nosotros a través de Jesucristo. Permítanos el Señor, vivir agradecidos, a él que nos ha dado la vida y la esperanza de que aunque enfrentemos la muerte, el nos ha prometido la vida eterna y abundante en él. Amén.