lunes, 16 de diciembre de 2013

Confesando nuestra fe histórica

Solo hay un Dios vivo y verdadero, quien es infinito en su ser y perfección, espíritu purísimo, invisible, sin cuerpo, sin miembros ni pasiones, incambiable, inconmesurable, eterno, incomprensible, todopoderoso, sumamente sabio, sumamente santo, sumamente libre, absoluto hasta lo sumo, quien hace todas las cosas de acuerdo con el consejo de su propia, incambiable y justísima voluntad y para su propia gloria; sumamente amoroso, dadivoso, compasivo, paciente, abundante en bondad y verdad, perdonador de la iniquidad, la transgresión y el pecado, galardonador de todos los que le buscan con empeño, no obstante sumamente justo y terrible en sus juicios, quien odia todo pecado y quien de ninguna manera dará por inocente al culpable.
Confesión de fe de Westminster 6.011