La promesa de Dios en los clavos

Texto bíblico: Colosenses 2: 13-15
 
¿Cuántos de nosotros nos hemos dado un golpe fuerte? El dolor fue intenso. ¿Si o no? Las experiencias sumemente dolorosas no se olvidan con facilidad, al igual que las gratificantes. En términos psicológicos, a estos eventos se les llama las "experiencias pico". Podríamos decir que en el contexto de la fe cristiana, una de las "experiencias pico", de mayor relevancia, fue el evento acontecido en la cruz del Calvario. Miremos hoy, la promesa que hallamos en los clavos de esa cruz.

Debemos comenzar recordando que Jesús es producto de una familia terrenal donde su padre, José, era carpintero. En la escena de la cruz, una vez más, vemos en funciones las tareas de un carpintero, pero ejecutándose a manos romanas en la vida de Jesús. Antes bien, debemos mirar algunas de las funciones que tiene un clavo para el carpintero. En primer lugar, hace la función de reparar algo que estaba dañado y para cambiar su apariencia. Luego, el clavo se utiliza para juntar dos piezas y mantenerlas unidas. Finalmente, el clavo junto con la madera, ofrecen como producto final, una nueva construcción.

En el caso de Jesús y la promesa de Dios en los clavos de la cruz, podemos afirmar que: (1) Cristo vino para restaurar nuestra relación con el Padre, debido a nuestra naturaleza pecadora; (2) la obra redentora de Jesús en la cruz, tuvo como resultado la anulación de nuestra deuda de pecados con Dios y como consecuencia, estamos unidos a él por siempre; y (3) fue la evidencia última del reino de Dios que Jesús vino a construir, un reino que no es de este mundo, ni tendría final. Permítanos Dios, disfrutar con fe, de cada una de sus promesas. Amén.