Lo que bien empieza...

Resumen del sermón ofrecido por nuestro Pastor, el Rvdo. Adolfo Santana Cordero, el domingo, 28 de diciembre de 2014.

Lectura Bíblica: Lucas 2:22-40

La mamá de Pepito le dice: "Hijo, cada vez que te comportas mal me sale una cana." A lo que Pepito le contesta: "Mami, parece que tu eras tremenda porque abuela no tiene ni un solo pelo negro en la cabeza." Espero que les haya gustado el chiste, pero más aún, que se hayan identificado con la conversación de Pepito y su mamá. De hecho, este chiste me hizo pensar en una frase nuestra que dice: "lo que mal empieza, mal termina." Sin embargo, he decidido cambiarla por: "lo que bien empieza, bien termina." Veamos...

El pasaje frente a nosotros comprende varias escenas. (1) María y José llevando al niño al templo. Recordemos que estos padres han experimentado un cambio radical en sus vidas con la llegada de Jesús, el Salvador, el Mesías anunciado. Pasado el tiempo establecido de la cuarentena, el niño es presentado en el templo para ser dedicado a Dios y a su servicio. (2) Simeón, quien era un hombre justo y piadoso, estaba a la espera del cumplimiento de la promesa de la llegada del Mesías. Lo que diferenciaba la espera de Simeón a la del resto de la sociedad judía era que el Espíritu Santo estaba en él y al niño entrar en el templo, le reveló que ese era el Mesías esperado. (3) La figura de Ana, la profetiza y viuda. Una mezcla interesante en aquella sociedad, ya que el rol de profeta era más común verlo en varones y al ser viuda no debía tener acceso a muchos lugares de encuentros sociales ni religiosos. Este texto nos presenta que ella estaba allí y comienza a dar la buena noticia de lo que estaba aconteciendo en el templo con la llegada del niño/

Extraordinario relato, en el que vemos reflejado el obrar de Dios no solo en las tradiciones religiosas sino en la vida de la gente. Tanto para María, José, Simeón y Ana lo acontecido en el templo es el resultado de lo que empezó bien en el pesebre en Belén. Aquellos que hemos puesto nuestra confianza en Jesús como Señor y Salvador tenemos la certeza de que estamos bien y el resultado final es bueno: "la garantía de la vida eterna." Por eso, podemos decir con seguirdad: "lo que empieza bien, termina bien." Amén.