Sentido de permanencia

Este es el resumen del sermón predicado por nuestro pastor, el Rvdo. Adolfo Santana Cordero, el domingo 3 de mayo de 2015.

Texto bíblico: Juan 15:1-8

Un día una esposa muy disgustada le dice a su esposo: "Estoy cansada de tu sentido de pertenencia, todo el tiempo andas diciendo: "mi casa, mi carro, mi esposa, mi televisor, ¿no habría alguna forma de que cambiaras esa actitud?" El esposo la mira y le dice: "Bueno amor, está bien, quieres por favor alcanzarme nuestras medias." Espero que se hayan reído con este chiste, pero al mismo tiempo, qué mucho ilustra sobre nuestra conducta humana. Ustedes y yo, por naturaleza, tendemos a actuar procurando ser el centro de atención de todo. Sin embargo, en el pasaje bíblico de hoy, Jesús nos comporta una palabra contudente para que permanezcamos en Él y reconozcamos que Él es el centro de todo y quien nos invita a rendir frutos en su nombre.

Aquí el evangelista nos presenta la figura del Antiguo Testamento del "Yo soy". En esta ocasión, nos ilustra con la imagen de la vid verdadera. La pregunta sería, ¿qué significa esta imagen para el lector de la época bíblica? y ¿qué significaría para nosotros hoy? En primer lugar, para la mayoría de los eruditos, esta expresión es una clara alusión a Israel como el "pueblo verdadero". Verdad que Jesús desea transformar al auto-nominarse como el "Yo soy". En esa afirmación se rompe cualquier tipo de atadura de nacionalidad, de identificar a Israel como el único pueblo verdadero, y ahora la identidad del creyente estaría atada a Jesús, como la "vid verdadera". Por otra parte, esta afirmación tiene como implicación para hoy, que siendo que nuestra vid verdadera es Jesús y nosotros siendo los pámpanos, tenemos como llamado el correspopnderle con nuestras vidas llevando frutos. En el caso de esta porción, el fruto al que se refiere el escritor, no es otro al que ya compartió con ellos en el capítulo 13:31-35, el fruto del mandamiento del amor. Lo que nos hace permanecer y corresponder a Dios es el amor con el cuál Él nos amó primero. Confesemos entonces que: "Él es la vid verdadera." Amén.