A tres años

Tres años parecen nada cuando se disfrutan y se entrega lo mejor de sí a lo que se realiza. Hoy, junto a ustedes, doy gracias a mi Señor y Salvador Jesucristo por el tiempo compartido, las experiencias vividas y las oportunidades de servir a otros como una gran familia. Seguimos soñando con una Iglesia que siga acercándose más al propósito de Dios y que dé testimonio del reino que hemos recibido de su mano.

A tres años, y reflexionando en el tiempo transcurrido, tenemos que decir que hemos vivido momentos importantes y de transición juntos. Hemos sido testigos de como hermanos y hermanas se nos han adelantado y llamados por Dios hoy disfrutan de las mansiones celestiales. Hemos visto como siguen pasando por nuestras instalaciones familias con niños y niñas, siendo impactados por el solo poder de Dios al participar del sacramento del Bautismo. Hemos presenciado la bondad de Dios y su gracia sin par al ver como se añaden otros al servicio y a la membresía de su Iglesia. Hemos comenzado a soñar con nuevas oportunidades de servicio y de alcance a la comunidad. Vivimos anhelando que nuestra Iglesia continúe dando testimonio del amor de Dios a otros y otras. Hemos tenido que tomar decisiones, discernir lo mejor para esta congregación y el buen testimonio del Evangelio. Sabemos que falta mucho por hacer, pero que bueno ha sido Dios a solo tres años. Pedimos su dirección en todo el tiempo que mantengamos nuestro servicio a Él desde aquí. Amén.