Se exige de los superiores, conforme al poder que han recibido de Dios y a la relación en la cual están, que amen a sus inferiores, oren por ellos, y los bendigan; que los instruyan, aconsejen, y amonesten; tolerando, elogiando, y recompensando a los que se comportan bien; mas desechando, reprendiendo y castigando a los que se comportan mal; que los protejan, y les provean de todas las cosas necesarias para el alma y para el cuerpo; y que por medio de un comportamiento grave, sabio, santo y ejemplar, procuren la gloria a Dios, la honra para sí mismos y, por tanto, la preservación de aquella autoridad que Dios les ha confiado."
El Catecismo Mayor 7.239