Derramará su Espíritu

"Y en los prostreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne"
Hechos 2:17a

Hablar sobre el Espíritu Santo en nuestros días e interpretarlo es un tema que no abona a la unidad porque no nos podemos poner de acuerdo. Sin embargo, la porción que seleccionamos para estudiar hoy (Hechos 2:14-21) nos lleva a pensar que puede haber una posible interpretación que nos lleve a la unidad. En Pentecostés celebramos el nacimiento de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que movida por el poder de su Santo Espíritu da testimonio de Él (Hch 1:8). Ese testimonio no produce que resultados ligeros o a conveniencia. 

Comparto con ustedes la siguiente historia. Un profeta del Señor se encontraba haciendo su tarea misionera en un lugar recóndito. Había un grupo de personas que se congregaban para escuchar sus enseñanzas y el grupo con el pasar del tiempo fue creciendo. Entonces, al profeta se le ocurre la idea de comenzar a contruir una iglesia. El primer día de trabajo se acercaron un grupo de personas que simpatizaban con el profeta para ayudar, uno de ellos se quedaba observando mientras los otros laboraban. La primer tarea que debían completar todos junto era la de colocar piedras en el área de construcción. El hombre que estaba observando se dijo a sí mismo: "este trabajo se extenderá por mucho tiempo, por lo tanto llevaré la piedra más pequeña que encuentre". Dicho y hecho, así lo hizo. Al finalizar el día, el profeta reune a todos los trabajadores y les dice: "los estuve observando el trabajo de todos, por lo tanto, les compensaré con un tamaño considerable de pan conforme a la cantidad y al tamaño de las piedras que cargaron". Se podrán imaginar lo que le toco al hombre que llevó la piedra más pequeña.

Pienso, al meditar sobre el tema del Espíritu Santo que nuestra dinámica puede ser la misma. Quizás creemos que tenemos autoridad para expresarnos sobre el Espíritu Santo conforme es mi comunión o relación con Dios. Sin embargo, en el texto que nos ha tocado reflexionar este día de Pentecostés (Hch. 2:14-21) nos enseña que el Espíritu Santo se derramará sobre toda carne. Claro esta más adelante en el v.21 aclara el apóstol Pedro en su primer discurso cuando es que se derramará ese Espíritu, cuando "todo aquel que invoque el nombre del Señor..." Por lo tanto, el derramamiento del Espíritu Santo que se dió en Pentecostés fue en fusión del reino y la obra redentora de Cristo, y no en función nuestra ni de nuestras ideas. Por eso, es que total certeza y seguridad podemos decir, que derramará su Espíritu, porque todavía faltan hombre, mujeres, niños, ancianos por escuchar el mensaje poderoso del Evangelio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria. Amén.