El tiempo de Dios es perfecto

Resumen del sermón predicado por nuestro Pastor, Rvdo. Adolfo Santana Cordero, el domingo, 22 de febrero.

Texto bíblico: Marcos 1:9-15

     Durante esta temporada de Cuaresma, tenemos una oportunidad magnífica para meditar, nuevamente, sobre el tiempo que le dedicamos a nuestra relación con Dios. Esta realidad, me llevó a pensar en días recientes sobre la época en la que estaba aprendiendo los fundamentos del juego del baloncesto. En primer lugar, todo juego tiene sus reglas. Segundo, en el caso del baloncesto, todo el juego está controlado por el tiempo. Finalmente, se ejecuta lo aprendido en el juego. En resumen, en el juego de baloncesto se ejecuta conforme a lo aprendido en el tiempo disponible con la finalidad última de coronar un ganador. Damos gracias a Dios que su tiempo es totalmente diferente. Veamos...
      El texto que nos lleva a mirar tres escenas desde la perspectiva del tiempo de Dios. Recordemos que en el griego había dos maneras para hacer referencia al tiempo, una es el kronos y la otra el kairos. El kronos es el tiempo referente a lo tangible y cuantificable en el aquí y el ahora. El kairos es el tiempo que sólo es conocido por Dios. Teniendo estos términos claros, nos acercamos al pasaje. La primera escena que senos presenta es el bautismo de Jesús. Momento donde se marca la transición profética de Juan, el Bautista, a Jesús al ser pronunciada la voz del cielo que dijo: "Éste es mi hijo amado, en quien tengo complacencia " (v. 11). Luego le sigue la experiencia de Jesús en el desierto por 40 días. Momento que marca no sólo la preparación antes del inicio de su ministerio público, sino que es el tiempo simbólico para afirmar la voz del cielo que le afirmó como su Hijo. Por último, se relata el tiempo para iniciar el ministerio público de Jesús. Es en este punto del pasaje que Jesús dice: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio."
     Recordemos que el tiempo (kairos) de Dios es perfecto, toda vez que nuestra mirada está puesta en Jesús. El único en quien el Padre tiene complacencia. Amén.