Los lienzos estaban allí

Texto bíblico: Juan 20:1-10

El domingo pasado celebramos la Resurrección de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En dicha oportunidad, hicimos referencia a uno de los detalles que nos resalta el evangelio de Juan sobre la escena de la tumba vacía, y es que los lienzos con los cuales cubrieron el cuerpo muerto de Jesús quedaron solos en el sepulcro. ¿Qué relevancia o importancia tiene esto? Quizás, para algunos de nosotros, parezca una imagen más. Sin embargo, para el escritor del evangelio tiene una relevancia tan particular, que los biblistas nos llevan a comparar la resurrección de nuestro Señor con la resurrección de Lázaro (Jn. 11:38-44), en la cual se resalta la imagen de los lienzos de igual manera. Miremos con detenimiento.

En el relato de la resurrección de Lázaro se nos narra que su hermana Marta estaba en el sepulcro con Jesús. Mientras que en el relato de la resurrección de Jesús fue una mujer, María Magdalena, la primera en llegar al sepulcro. Segundo, en el primer relato Lázaro yacía en el sepulcro, "hiede de cuatro días". En el caso de Jesús el sepulcro estaba vacío. Por otra parte, Lázaro responde a la voz de Jesús y salió del sepulcro, aunque con los lienzos que le cubrían el cuerpo y el sudario que le vedaba el rostro. En cuanto a la resurrección del Maestro los lienzos y el sudario estaban en el sepulcro. Ese hecho es resaltado por el evangelista, lo cual como mencioné antes, me llamó la atención. Ese detalle dentro del sepulcro, lo evidenció tanto Pedro como el discípulo amado. ¿Cuál es su importancia?

Cuando vemos la narrativa de la resurrección de Lázaro y se nos dice que éste salió del sepulcro atado, esto me llevó a pensar en los momentos y experiencias de vida, las situaciones que nos rodean, el entorno social, político y económico, que enfrentamos a diario y nos mantienen ATADOS, nos desilucionan, no nos permiten vivir en libertad. Lo que me fascina de ambos relatos es que en la resurrección de Lázaro, Jesús da la instrucción, imperativa, a los que están allí para que le "desaten y le dejen ir". Mientras que en el relato de la resurrección de Jesús, éste no necesito de palabra alguna, sino que los lienzos permanecieran en el sepulcro como evidencia de que había vencido a la muerte y que nada le pudo contener, ni aun los lienzos.

Amado y amada, celebrar la Resurrección de nuestro Señor no solo es afirmar, románticamente, que murió para la seguridad de nuestra salvación y vida eterna, sino también para que sepamos que solo el Cristo Resucitado tiene el poder de desatar de nosotros TODO lo que no nos permite experimentar su paz, su vida abundante y su libertad. Demos gracias a Dios por el regalo de la resurrección de su Hijo, en quien creyendo tenemos vida. Demos gracias al Padre celestial por los lienzos que quedaron en el sepulcro y que nos recuerdan su poder para romper cualquier cadena que nos ata y no nos permite deleitarnos y gozarnos en Él. ¡Aleluya! ¡El Jesús resucitó!